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domingo, 8 de febrero de 2015

El Dilema de la Realidad


Las artes en si mismas, no tienen la responsabilidad de manifestar una realidad verdadera. Puedes representar a través de tus obras variadas temáticas, y no necesariamente pretender que estas se lean o interpreten como manifestación de lo real. La mayoría asumirá que es una reflexión, un pensamiento, una alegoría, un manifiesto, etc., etc. El asunto es que cuando hablamos de Arte Profético, estamos hablando de dar fiel testimonio de quién es JesuCristo (Apoc 19:10), y por lo tanto de quién es la esencia y sustancia de la Realidad (Col 1:15-17). Hacer Arte Profético está ligado a entender mi posición de Fe como artista, con respecto a aquello que estoy atestiguando, que es el Cielo mismo, en la imagen de Cristo. Ser artista Cristiano, es estar consciente de que camino entre dos dimensiones, la visible y la invisible, y que al vivir Cristo en mi, estoy facultado naturalmente para unir el cielo y la tierra en todas mis acciones, lo cual incluye mis actividades artísticas.
Esta imagen de Escher refleja de cierta forma
 lo fácil que es  engañar la percepción 
visual de lo que suponemos que es real.
 La Realidad no es comprendidad en su complejidad 
multidimensional.
La realidad en si misma es mucho más compleja de lo que habitualmente somos capaces de percibir. Hemos sido educados y entrenados en vivir conforme a lo que vemos, y a creer en lo que podemos percibir con nuestros sentidos corporales. Esta ignorancia del ámbito espiritual nos ha llevado a concebir la realidad de una manera incompleta, ya que esta no solo está conformada por el ámbito visible. Dado esto, es común que nuestra manera de generar representaciones artísticas sea demasiada plana, ya que no estamos al tanto que La Realidad en si, no es bidimensional ni tridimensional, es multidimensional. Esto quizás requiera hacer representaciones cada vez más complejas, que incorporen lo visual, plástico, sonoro, literario, escénico, olfativo, arquitectónico, paisajístico, etc., etc. todo esto con el fin de hacer una imagen multidimensional, más completa y más fidedigna a lo que está en el Espíritu. Esto generará que se establezcan equipos de trabajo artístico, que funcionen como compañías proféticas, que se empeñen en manifestar de la manera más completa y dinámica posible, lo que el Espíritu está mostrando para un lugar y tiempo específico.
Todo esto requiere de una ascensión en nuestra manera de percibir a Cristo, y en su posterior representación artística. Una ascensión que nos lleve a despegarnos de nuestras formas acostumbradas, y nos eleve en el Renuevo continúo que está en su voz, y ser perfeccionados en el testimonio de la imagen de lo eterno.