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sábado, 24 de mayo de 2014

El problema de la Representación


Como bien dice la palabra Re-presentar, conlleva el ejercicio de volver a presentar algo que ya fue presentado. Cuando en el arte representamos un objeto, lo que estamos haciendo, es una reinterpretación de este, a través de la técnica que hemos escogido. En el conocido óleo "La traición de las imágenes", de Rene Magritte, se plantea un problema acerca de la representación. Esta pintura consiste en la imagen de una pipa, la cual es tensionada por la frase que está bajo esta, la cual señala: "Esto no es una pipa". Y claro, no es una pipa, es solo la representación una pipa. El propio Magritte diría «La famosa pipa. ¡Cómo la gente me reprochó por ello! Y sin embargo, ¿se podría rellenar? No, sólo es una representación, ¿no lo es? ¡Así que si hubiera escrito en el cuadro "Esto es una pipa", habría estado mintiendo!». Cada vez que pintamos, esculpimos, incluso, que fotografiamos, estamos haciendo representaciones de un algo, por hiperrealista que fuese la obra, no es más que una representación. Cuando tomamos una idea, o cuando percibimos algo en nuestro espíritu, que nos motiva a hacer una obra, el ejercicio técnico de pintar, componer, esculpir, intervenir un espacio, etc., es el esfuerzo por volver a presentar lo que en nuestro ser hemos percibido espiritualmente. Por lo tanto, en el espíritu algo se nos presenta, que nos motiva a representarlo a través de colores, formas, sonidos.
"La traición de las imágenes", Rene Magritte, 1928-1929 
En la Biblia, la representación es un principio, que le da forma a muchos hechos contenidos en esta, por ejemplo el de la Comunión, en que el pan representa al cuerpo, y el vino a la sangre de Jesucristo. De la misma forma el bautismo es una representación de morir para el mundo y de resucitar en él. De la misma forma los profetas funcionaban mucho por medio de representaciones, por ejemplo Jeremías y la representación profética del yugo (Jer. 27), la cual era totalmente atingente a la condición política y social de un país. Lo mismo fue hecho por Ezequiel (Ez. 4), en que el profeta hace una representación de la ciudad con barro, y por cerca de catorce meses realiza una serie de representaciones a modo de lo que hoy llamamos "Performance", lo hacía en público y para dar un mensaje sobre el futuro de la nación.
Sea en la historia del arte o en la Biblia, la representación busca llevar al espectador una nueva mirada de algo que el artista/profeta ya miró, proceso en su interior, y lo entrega con los énfasis correspondientes al espíritu que lo inspiró.
Cuando en la ley se señala "no harás imagen", tiene que ver con la elaboración de imágenes con fines idolátricos, no con la elaboración de representaciones de otros tipos, ya que la Biblia está llena de representaciones, comenzando por el tabernáculo. De hecho en el original, no se emplea la palabra "imagen", sino que se usa la palabra "ídolo". Esto debería ser suficiente, para quitar una postura iconoclasta, que nos ha llevado a mirar el arte desde lejos, o de manera indirecta, anulando la posibilidad de hacer declaraciones visuales y proféticas desde el espíritu, hacia los hogares, ciudades, naciones, etc.
Las representaciones son importantes, porque tienen el poder de manifestar en lo natural, lo que ya está en el espíritu, dando testimonio de esto, y de esta forma hacerlo conocido por el espectador, llevando a este a entrar en una entendimiento por medio de la intimidad con una verdad eterna o para un momento específico. De esta forma, la obra se convierte en puente entre el espectador y el mundo espiritual y eterno.
"La Nube", Yona Friedman / Israel Torres. Esta obra fue expuesta en la XI bienal de artes mediales, 2013 en el MNBA. En esta obra decidí todos los aspectos de montaje y composición, siendo de origen conceptual de Friedman (FRA)  por lo cual contaría como una co-autoría. "La Nube" dialogaba con un mapa de Santiago que estaba justo bajo la obra, y con los puntos cardinales marcados en la sala. La obra fue montada en la sala Chile del Museo Nacional de Bellas Artes. Para mi es una representación profética de una nube espiritual sobre la ciudad y sobre la nación, así como la nube que vio venir el criado del profeta Elías, que traería un cambio de tiempos sobre la nación.