Las artes en si mismas, no tienen
la responsabilidad de manifestar una realidad verdadera. Puedes representar a
través de tus obras variadas temáticas, y no necesariamente pretender que estas
se lean o interpreten como manifestación de lo real. La mayoría asumirá que es
una reflexión, un pensamiento, una alegoría, un manifiesto, etc., etc. El
asunto es que cuando hablamos de Arte Profético, estamos hablando de dar fiel testimonio
de quién es JesuCristo (Apoc 19:10), y por lo tanto de quién es la esencia y
sustancia de la Realidad (Col 1:15-17). Hacer Arte Profético está ligado a entender mi posición
de Fe como artista, con respecto a aquello que estoy atestiguando, que es el
Cielo mismo, en la imagen de Cristo. Ser artista Cristiano, es estar consciente
de que camino entre dos dimensiones, la visible y la invisible, y que al vivir
Cristo en mi, estoy facultado naturalmente para unir el cielo y la tierra en
todas mis acciones, lo cual incluye mis actividades artísticas.
Esta imagen de Escher refleja de cierta forma
lo fácil que es engañar la percepción
visual de lo que suponemos que es real.
La Realidad no es comprendidad en su complejidad
multidimensional.
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La realidad en si misma es mucho
más compleja de lo que habitualmente somos capaces de percibir. Hemos sido
educados y entrenados en vivir conforme a lo que vemos, y a creer en lo que
podemos percibir con nuestros sentidos corporales. Esta ignorancia del ámbito
espiritual nos ha llevado a concebir la realidad de una manera incompleta, ya
que esta no solo está conformada por el ámbito visible. Dado esto, es común que
nuestra manera de generar representaciones artísticas sea demasiada plana, ya
que no estamos al tanto que La Realidad en si, no es bidimensional ni
tridimensional, es multidimensional. Esto quizás requiera hacer
representaciones cada vez más complejas, que incorporen lo visual, plástico, sonoro,
literario, escénico, olfativo, arquitectónico, paisajístico, etc., etc. todo
esto con el fin de hacer una imagen multidimensional, más completa y más
fidedigna a lo que está en el Espíritu. Esto generará que se establezcan equipos
de trabajo artístico, que funcionen como compañías proféticas, que se empeñen
en manifestar de la manera más completa y dinámica posible, lo que el Espíritu está
mostrando para un lugar y tiempo específico.
Todo esto requiere de una ascensión
en nuestra manera de percibir a Cristo, y en su posterior representación
artística. Una ascensión que nos lleve a despegarnos de nuestras formas
acostumbradas, y nos eleve en el Renuevo continúo que está en su voz, y ser
perfeccionados en el testimonio de la imagen de lo eterno.