Las inquietudes y convicciones del alma quedan plasmadas en la obra de arte. El alma contiene tres áreas muy importantes (viéndolo a modo general), estas son las emociones (corazón), los pensamientos (mente) y las decisiones (voluntad).
En la obra de arte estás tres áreas son reconocibles, aunque suele predominar alguna de ellas. La voluntad se pone de manifiesto en cada decisión formal-técnica y formal-espiritual que el artista toma al realizar la obra de arte. La voluntad esta en toda obra, desde el momento en que el artista decide expresarse, y desde que decide pintar y no esculpir, o escribir en vez de pintar. Es innegable la existencia de la voluntad humana en el arte. La voluntad funciona en pos de lo que hay en el corazón y en la mente del artista.
El alma logra
plasmarse en la obra de arte, sea de la disciplina que sea, y este o no consciente
el artista de esto. Tanto un cuadro como una obra musical están impregnados por
lo que hay en el corazón o en la mente del artista. Lo que el artista tiene en
su interior queda registrado en su obra.
Muchas veces predomina
el corazón, y cada sentimiento que hay en él. Las obras en las que predominan
los sentimientos que genuinamente están en el corazón del artista, suelen ser
llamativas para el espectador, y generan una empatía emocional con quién la
mira. No pasa lo mismo cuando el artista trata de expresar algo que no hay en
su interior, sea por encargo o por algún mero interés. Estás obras suelen ser
artificiales, vacías en lo que transmiten, y no logran una empatía emocional
con el espectador, y su única defensa como obra tendría que ser algún aspecto
técnico llamativo a la retina o al oído del espectador.
Un ejemplo de esto es la excepcional pintura del maestro holandés Rembrandt Van Rijn, "El buey desollado". Esta obra es impactante, esta cargada de emotividad, sin haber un rostro humano en el cuadro, ni una palabra escrita, sin embargo esta obra de pequeño formato es capaz de transmitir con tal fidelidad el dolor que el artista tenía en una época determinada de su vida, cargada por una inminente ruina financiera y la muerte de su esposa. Rembrandt a plasmado la angustia de su alma en la imagen de un buey desollado, que transmite sensaciones tan impactantes como "Los Desastres de la Guerra" de Francisco de Goya, pero sin representar a la figura humana. Este cuadro a sido citado en muchísimas ocaciones por artistas de renombre, tanto en el siglo XX como en nuestro siglo.
Los pintores del Romanticismo también transmitían mucha emotividad en sus obras, ensalzando lo sublime de la naturaleza ante la figura del hombre. El pintor romántico alemán Caspar Friederich, sabía que podía a través del género del paisaje, transmitir sus convicciones políticas y espirituales. Este pintor protestante, buscaba simbolizar aspectos de Dios, como la luz, la eternidad, y dar a conocerlo como el camino que el hombre debe seguir. Friederich esta pintando lo que espiritualmente a sido plamado en su alma, sus convicciones.
Otro caso emblemático es "El juramento de los Horacios", del pintor francés Jacques-Louis David. Esta pintura de gran formato, fue presentada en París en 1784, y causó tal impacto en la sociedad parisina, que hoy entendemos que fue un ícono potente para las cosignas que desencadenarían la revolución francesa (1789). La obra de David, estaba cargada de sus convicciones políticas, y estas se transmitían a quienes apreciaban su obra. Su pintura gritaba más fuerte que un discurso real, y arengaba más que la voz de los parlamentarios. Las convicciones políticas y sociales insataladas en el corazón y en la mente de David estaba en cada una de sus obras.
El buey desollado Rembrandt Van Rijn, 1655 Óleo sobre madera. 94X69cm Museo de Louvre, Paris |
Los pintores del Romanticismo también transmitían mucha emotividad en sus obras, ensalzando lo sublime de la naturaleza ante la figura del hombre. El pintor romántico alemán Caspar Friederich, sabía que podía a través del género del paisaje, transmitir sus convicciones políticas y espirituales. Este pintor protestante, buscaba simbolizar aspectos de Dios, como la luz, la eternidad, y dar a conocerlo como el camino que el hombre debe seguir. Friederich esta pintando lo que espiritualmente a sido plamado en su alma, sus convicciones.
Otro caso emblemático es "El juramento de los Horacios", del pintor francés Jacques-Louis David. Esta pintura de gran formato, fue presentada en París en 1784, y causó tal impacto en la sociedad parisina, que hoy entendemos que fue un ícono potente para las cosignas que desencadenarían la revolución francesa (1789). La obra de David, estaba cargada de sus convicciones políticas, y estas se transmitían a quienes apreciaban su obra. Su pintura gritaba más fuerte que un discurso real, y arengaba más que la voz de los parlamentarios. Las convicciones políticas y sociales insataladas en el corazón y en la mente de David estaba en cada una de sus obras.
Así mismo pasa con la música, con el teatro, con las letras,
con el cine, etc. Las obras de arte, sea cual sea su lenguaje, han sido
marcadas por el alma de quién las creo. Esto hace a los artistas más
responsables de lo que presentan. Una obra visual o musical puede desatar un
revolución, envolver a toda una generación en ira, como también puede traer
reconciliación y esperanza a una sociedad.
No existe obra de arte que no este condicionada por lo que
hay en el corazón y en la mente del artista.
Monje a la orilla del mar (1808-1809)
Caspar Friederich
Óleo sobre tela
110x171.5cm
Berlin